viernes, 31 de agosto de 2012


Ortega y la ecología: 
sobre el libro "Ideas para una Concepción Biológica del Mundo", de Jakob Von Uexküll, Revista de Occidente, 1931, $150.




La curiosidad intelectual de Ortega le llevó a leer y a estudiar los avances biológicos más importantes de su época, recogidos en un libro de alta divulgación escrito por von Uexküll: el biólogo que más ha influído en sus ideas filosóficas. Ortega estudió a fondo el libro Ideas para una concepción biológica del mundo y  lo consideró tan importante que fue traducido y publicado por la editorial de la Revista de Occidente,  en 1921. La ecología ha crecido tanto, desde entonces, que las ideas de Uexküll nos parecen simples y evidentes, 
pero a principios del siglo XX, considerar que un ser vivo no puede comprenderse sin su medio ambiente fue un cambio de posición muy importante. 
La investigación biológica se había ocupado de describir, comprender y analizar los organismos vivientes. Cuando creyó muy avanzada esta ciclópea tarea comenzó a volver sus ojos hacia el medio ambiente y sus relaciones con los seres vivos. Uexküll concedió la debida importancia al hecho de que las aletas de un pez no pueden entenderse si no se toma en cuenta el agua en que 
el animal vive inmerso; ni el ala de un ave, sin el aire en que vuela. 
Al ir cediendo la febril actividad centrada en la recolección, clasificación e investigación morfofuncional de ejemplares que iban llenando los museos, el medio (el gran olvidado de la biología) atrajo un número creciente de investigadores. Ortega, a través de Uexküll, captó inmediatamente la importancia de este cambio de perspectiva. En «Muerte y resurrección» deja constancia de ello. De sobra conocemos el papel básico que Ortega concede a la 
circunstancia, pero parte de un saber científico de ecología pura. El mismo lo testifica al decir: «La más reciente biología —con Roux, con Driesch, con Pavlov, con von Uexküll— comienza a corregir los métodos del siglo XIX en el estudio del fenómeno vital, buscando la unidad orgánica, no en el cuerpo aislado frente a un medio homogéneo e idéntico para todos, sino en el todo funcional que constituyen cada cuerpo y su medio. La araña no se diferencia 
ante todo del hombre porque reacciona de manera distinta ante las cosas, sino porque ve un mundo distinto que el hombre. Y cuanto más profunda y personal sea en nosotros la actividad que realizamos, más exclusivamente se refiere a una parte del mundo, y sólo a ella, que tenemos delante de nosotros». 

En las «Meditaciones del Quijote» recalca esta relación birrecíproca: «La ciencia biológica más reciente estudia el organismo vivo como una unidad compuesta de cuerpo y su medio particular: de modo que el proceso vital no consiste sólo en una adaptación del cuerpo a su medio, sino también en la adaptación del medio a su cuerpo. Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la 
salvo a ella no me salvo yo». Ortega introdujo la ecología de su tiempo en su cosmovisión: «La vida, es esencialmente, diálogo con el contorno». La suposición de que existe un medio vital único, donde se hallan inmersos todos los sujetos vivientes, es caprichosa e infecunda. En cambio, la nueva biología reconoce que para estudiar 
un animal es preciso reconstruir antes su paisaje, definir qué elementos del mundo existen vitalmente para él: en suma, hacer el inventario de los objetos que percibe». En este momento, Ortega, con suma honradez intelectual cita expresamente el libro de von Uexküll, como fuente de su inspiración ecológica. 



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